Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, II



Comentario

Capítulo 13
De todos los mantenimientos



Párrapho primero: del maíz

En esta letra se trata de las maneras que hay de maíz, y porque esto es cosa clara, parecióme de poner en este lugar que en la diversidad de los mantenimientos, que casi ningunos son semejantes a los nuestros, parece que esta gente nunca ha sido descubierta hasta estos tiempos, porque de los mantenimientos que nosotros usamos y se usan en las partes de donde venimos, ningunos hallamos acá, ni aun de los animales mansos que usamos los que venimos de España y de toda la Eoropa, tampoco los hallamos acá, donde parece que ni ellos venieron de hazia de aquellas partes, ni hombres de aquellas partes havían venido a descubrir esta tierra. Porque si ellos huvieran venido de hazia allá, huvieran venido a descubrirlos en otros tiempos de él, halláramos acá trigo o cevada o centeno o gallinas de las de allí, o cavallos o bueyes o asnos o obejas o cabras o algunos otros de los animales mansos de que usamos, donde parece que en estos tiempos solamente han sido descubiertas estas tierras, y no antes.

Cerca de la predicación del Evangelio en estas partes, ha havido mucha duda si han sido predicados ante de agora o no. Y yo siempre he tenido opinión que nunca les fue predicado el Evangelio, porque nunca jamás he hallado cosa que aluda a la fe católica, sino todo tan contrario y todo tan idolátrico, que no puedo creer que se les ha sido predicado el Evangelio en ningún tiempo. El año de setenta, o por allí cerca, me certificaron dos religiosos dignos de fe que vieron en Guaxaca, que dista de esta ciudad sesenta leguas hazia el oriente, que vieron unas pinturas muy antiguas, pintadas en pellejos de venados, en las cuales se contentan muchas cosas que aludían a la predicación del Evangelio. Entre otras era una de éstas, que estavan tres mugeres vestidas como indias y tocados los cabellos como indias, estavan sentadas como se sientan las mugeres indias, y las dos estavan a la par, y la tercera estava delante de las dos, en el medio, y tenía una cruz de palo, según significava la pintura, atada en el nodo de los cabellos, y delante de ellas, estava en el suelo un hombre desnudo y tendido pies y manos sobre una cruz, y atadas las manos y los pies a la cruz con unos cordeles. Esto me parece que alude a Nuestra Señora y sus dos hermanas y a Nuestro Redemptor crucificado, lo cual devieron tener por predicación antiguamente. Otra cosa hay que también me inclina a creer que ha havido predicación del Evangelio en estas partes, y es que tenían confessión auricular en estas partes de México, donde los penitentes contavan sus pecados al sátrapa en gran secreto, y recebían penitencia de ellos, y les exhortava el sátrapa a la emienda con gran diligencia. Y esta confessión hazíanla una vez en la vida, ya cerca de la ve[je]z o en la vejez; y tenían que del penitente tornava a recayer en los pecados, no tenía remedio, porque a nadie se le perdonavan los pecados sino una vez en la vida. Está esto escrito muy a la larga en el Segundo Libro, que trata de las fiestas de los dioses. También he oído dezir que en Chanpotón o Campeche hallaron los religiosos que fueron allí a convertir primeramente muchas cosas que aluden a la fe católica y al Evangelio. Y si en estas dos partes dichas huvo predicación del Evangelio, sin duda que la huvo también en estas partes de México y sus comarcas, y aun esta Nueva España, pero yo estoy admirado cómo no hemos hallado más rastro de lo que tengo dicho en estas partes de México.

Y aunque esto digo, paréceme que pudo ser muy bien que fueron predicados por algún tiempo, pero que muertos los predicadores que venieron a predicarlos, perdieron del todo la fe que les fue predicada, y se vulvieron a sus idolatrías que de antes tenían. Y esto conjecturo por la dificultad grande que he hallado en la plantación de la fe en esta gente, porque yo ha más de cuarenta años que predico por estas partes de México, y en lo que más he insistido, y otros muchos conmigo, es ponerlos en la creencia de la sancta fe católica, por muchos medios y tentando diversas oportunidades para esto, ansí por pinturas como por predicaciones, como por representaciones, como por colocociones, provando con los adultos y con los pequeños. Y en esto aún he insistido más en estos cinco años pasados, dándolos las cosas necessarias de creer con gran brevedad y con claridad de palabras. Y agora en este tiempo de esta pestilencia, haziendo experiencia de la fe que tienen los que se vienen a confessar, antes de la confessión cual o cual responde como conviene, de manera que pudemos tener bien entendido que con haverlos predicado más de cincuenta años, si agora se quedasen ellos a sus solas, que la nación española no estuviesse de por medio, tengo entendido que a menos de cincuenta años no havría rastro de la predicación que se les ha hecho. Ansí que digo, concluyendo, que es posible que fueron predicados y que perdieron del todo la fe que les fue predicada, y se vulvieron a las idolatrías antiguas.

Y agora paréceme que Dios Nuestro Señor, haviendo visto por experiencia la dureça de esta gente, y lo poco que en ellos aprovechan los grandes trabajos, y con ellos se tienen y aun tenido, ha querido dar la nación española para que sea como una fuente de que mana la doctrina fe católica, para que, aunque ellos desfallezcan, siempre tengan presentes ministros nuevos y de nación española para tornarlos a los principios de la fe.

Hay otra cosa, la cual ha parecido en parte por experiencia y en parte por profecía, y es el acabamiento de esta nación. Y lo que parece por experiencia es que desde las Canarias hasta acá, todas las naciones naturales, y aquí en esta tierra vemos por experiencia, que ansí va verificándose. Y también esto ha parecido por profecía de un sancto varón dominico. Cuando los españoles llegaron a esta tierra estava llena de gente innumerable, y cuando por vía de guerra echaron de esta ciudad de México los indios a los españoles y se fueron a Tlaxcalla, diolos una gran pestilencia de viruelas que murieron indios sin cuenta, y después en la guerra y en los trabajos con que fueron afligidos después de la guerra murieron gran cantidad de gente en las minas, y haziéndolos esclavos, llevándolos captivos fuera de su tierra, y fatigándolos con grandes trabajos en edificios y en minas. Y después que estas vejaciones se remediaron con haver reclamado los religiosos al emperador Carlo Quinto, en año de mil y quinientos y cuarenta y cinco vino una gran pestilencia en que murieron en esta Nueva España más de la mitad de gente, donde toda la tierra quedó muy menguada de gente, muy grandes pueblos quedaron despoblados, los cuales nunca se tornaron a poblar. Treinta años después de esta pestilencia socedió la pestilencia que agora actualmente reina, donde ha muerto gran cantidad de gente y se han despoblados muchos pueblos, y el negocio va muy adelante. Si tres o cuatro meses dura como agora va, no quedará nadie. Y la prophecía de que atrás hize mención dize que ante de sesenta años después que fueron conquistados no ha de quedar hombre de ellos.





Párrapho segundo: de cómo se siembra y cultiva el maíz

Y aunque esta prophecía yo no la doy crédito, pero las cosas que suceden y han sucedido parece que van endereçadas a hazerla verdadera. No es de creer, empero, que esta gente se acabe tan en breve tiempo como la prophecía dize, porque si así fuese la tierra quedaría yerma, porque hay pocos españoles en ella, y aun ellos se vendrían a acabar, y la tierra se hinchería de bestias fieras y de árboles silvestres, de manera que no se podría habitar. Lo que más se me asienta en este negocio es que con brevedad esta pestilencia presente cesará y que todavía quedará mucha gente hasta que los españoles se vayan más multiplicando y poblando, de manera que faltando la una generación quede poblada esta tierra de la otra generación, que es la española. Y aun tengo para mí que siempre habrá cantidad de indios en estas tierras.





Párrapho tercero: de los frixoles





Párrapho cuarto: de la chían





Párrapho quinto: de los cenizos que comen estos naturales





Párrapho sexto: de las calabaças que comen estos naturales